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Entrar al canal de WhatsAppCierro los ojos e imagino el sonido de las copas alineadas en el Castillo de Windsor, la luz de los candelabros reflejándose en la plata, y el murmullo de los invitados esperando el primer bocado. La semana pasada (17 de septiembre 20025), el rey Carlos III recibió al presidente de EE.UU. Donald Trump con un banquete de Estado. Nosotros, sommgeekers, lo miramos desde la mesa: los platos, el chef y los sabores que cuentan una historia de identidad británica.
Cuando el banquete se convierte en un mensaje
Un banquete real nunca es solo una cena. Es una declaración cultural en cada detalle: ingredientes elegidos con precisión, técnica impecable y servicio coreografiado. En Windsor, la narrativa fue clara: mostrar lo mejor del terroir británico, desde las huertas de Hampshire hasta las aves de Norfolk y las frutas de Kent. No era casualidad: era un retrato de la nación en verano.
El chef real: rostro y filosofía detrás del menú
Al frente de la cocina está el Royal Chef Mark Flanagan, responsable desde 2002 de coordinar banquetes que pueden servir a más de 150 invitados. Su filosofía es sencilla y poderosa: usar producto local, honrar la temporada y elevarlo con técnica clásica. En este menú, eso significó berro fresco, pollo de granja y frutas británicas, todos tratados con el respeto de la alta cocina.
El menú: lo cotidiano vestido de gala
Panna cotta de berro de Hampshire, shortbread de parmesano y huevo de codorniz
Un comienzo suave y vegetal. La crema sedosa contrasta con la frescura del berro y un toque crujiente de parmesano. El huevo de codorniz suma delicadeza. Lo que podemos imaginar: un bocado fresco que limpia y despierta el paladar.
Ballotine de pollo orgánico de Norfolk, calabacín y jus de tomillo/ajedrea
Un plato clásico de técnica: pollo deshuesado y enrollado, cubierto por calabacín y acompañado de un jugo reducido a hierbas. Lo esperado: carne jugosa y un perfume herbal que recuerda a un jardín inglés en verano.
Bombe glacée de vainilla, sorbete de frambuesa de Kent y ciruelas Victoria
Un cierre ligero y vibrante. Capas heladas con la dulzura de la vainilla, la acidez viva de la frambuesa y el perfume de la ciruela pochada. Lo esperado: contraste dulce–ácido y un final refrescante para terminar la velada.
Claro, sommgeekers: no estuvimos ahí para probarlo, pero con lo publicado y lo que sabemos de la cocina real podemos imaginar juntos esas texturas y aromas. Ese es el juego: acercarnos a la mesa y vivirla desde la imaginación foodie.
Cada ingrediente, un territorio contado en el plato
Este menú no busca deslumbrar con ostentación, sino con coherencia. Cada producto está ligado a un lugar: el berro de Hampshire, el pollo de Norfolk, las frutas de Kent. Así, la cocina se convierte en mapa cultural y en mensaje político: esto es Gran Bretaña servida en su mesa.
Para seguir explorando
- Lectura: “The Oxford Companion to Food”, sobre la cocina como narrativa cultural.
- Ruta británica: Hampshire, Norfolk y Kent: huertas, aves y frutas de verano.
- Tip de servicio: un plato cremoso pide un vino blanco fresco; un pollo relleno, un tinto ligero y herbal.
Conversemos en comunidad
En Windsor, incluso un pollo o una panna cotta se convierten en símbolos culturales. ¿Qué platillo mexicano llevarías tú a una cena de Estado para contar nuestra cultura en la mesa?
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